23 dic 2019

Barroco

1.- INTRODUCCIÓN El estilo Barroco nace en Italia durante el último tercio del siglo XVI y perdurará hasta bien entrado el siglo XVIII. A la palabra barroco se le atribuyó un sentido peyorativo, ya que procede de la voz portuguesa barrueco, que significa perla irregular, y define al barroco como caracterizado por lo artificioso. A lo largo de mucho tiempo se le consideró un estilo deshonroso y una simple degeneración del Renacimiento. Pero por suerte ya ha sido superada esta fobia y actualmente es considerada una de las corrientes más bellas e importantes del arte. El Barroco conserva, en principio, las formas propias del Renacimiento, pero las fue modificando para hacerlas más flexibles e imprimirles una movilidad y un sentimiento desbordante, hasta alejarlas del equilibrio y del clasicismo renacentistas. Para comprender este estilo es preciso ponerlo en relación con la sociedad y el ambiente espiritual de su época. En este sentido la geografía del siglo XVII no es difícil de definir. Uno de los centros más influyentes es la Roma papal, centro de un arte contrarreformista que deriva hacia un barroco exuberante. Cercana, ideológicamente, a Roma está la Corte española de los Austria, con centros neurálgicos como Sevilla, Toledo y Madrid, en la Península Ibérica, y Nápoles, Lombardía y Flandes, en el exterior. A causa de la eclosión del protestantismo, la cristiandad europea había atravesado una profunda crisis. La Iglesia Católica tardó en reaccionar, lo hizo con el Concilio de Trento (1545-1563). Con él llegó un periodo de renovación, que se animó con la creación de numerosas órdenes religiosas, reconquista de territorios espiritualmente perdidos, y el desarrollo de una importante actividad cultural. Es en este contexto donde surge un arte adecuado a la renovación religiosa, especialmente apto para transmitir al pueblo el contenido de los dogmas y propiciar la difusión del culto a los santos y a la Virgen. La época del Barroco ‘triunfalista’ fue también la de los grandes santos y místicos. Pero el Barroco no fue un arte exclusivamente religioso, también tuvo enseguida una vertiente secular muy importante. Los siglos XVI y XVII fueron una época de afianzamiento de las monarquías europeas, y donde se pusieron los cimientos del Estado moderno, burocrático y centralizado. El Barroco convenía mejor que ningún otro estilo a estas necesidades de lujo y boato, y su difusión concordaba bien con los gustos de la opinión general de aquella época, en la que entraban a la vez el gusto popular por el espectáculo, y la convicción de los teóricos políticos de que “el poder sólo se realza adecuadamente si se manifiesta a los ojos de todos por un brillo fastuoso”. En este tema desarrollaremos las características principales del Barroco como estilo artístico, haciendo un recorrido por las particularidades del mismo en diferentes centros europeos. Introduciremos de un modo general los elementos básicos para comprender este estilo artístico, así como algunas manifestaciones artísticas de las más importantes. Finalmente acometeremos el desarrollo del Barroco en España y sus particularidades, para finalizar con el estudio y comentario de una de las principales obras del Barroco. La Plaza de San Pedro del Vaticano, obra de Bernini (1656).
 2.- CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL BARROCO A finales del siglo XVI, el clasicismo ha agotado sus posibilidades expresivas, siendo nuevamente Italia la cuna de una nueva forma de expresión plástica gracias a una serie de artistas que logran dar un nuevo sentido e interés a un clasicismo ya gastado, asimismo a la lógica en arquitectura o al equilibrio tenso de Miguel Ángel en escultura le siguen nuevas generaciones con la “sensibilidad fatigada” lo que hace que a la obra equilibrada y racional del Renacimiento venga a sustituirla la expresión desequilibrada del Barroco, que se manifiesta en arquitectura con elipses, parábolas, hipérbolas, sinusoides, hélices. Será a partir de ahora la arquitectura la que dirija la expresión plástica, de manera que la escultura y la pintura se ceñirán a ella, llegándose a una verdadera simbiosis de las artes, que se unirán para formar un todo magnífico en el que la capacidad del ojo humano no es capaz de distinguir donde empieza uno y acaba el otro.
 2.1.- LA ARQUITECTURA El Barroco, como hemos mencionado anteriormente, heredó las formas y elementos constructivos del periodo renacentista, pero modificó profundamente sus proporciones y las integró en conjuntos arquitectónicos dotados de una personalidad totalmente diferente y original. La arquitectura se convierte en un marco idóneo que acoge la plástica pictórica y escultórica, y las integra en un todo unitario. El espacio arquitectónico se convierte en theatrum sacrum en el que pintura y escultura son elementos de la representación. Uno de los rasgos más característicos de la arquitectura barroca es el gusto por lo curvilíneo; las formas se hacen onduladas, los muros y los entablamentos se alabean y dinamizan, los frontones se parten y resuelven en curvas y contracurvas hasta la completa desaparición de las normas y proporciones clásicas. Dinamismo que contribuye a la configuración de un nuevo concepto del espacio, que es otro de los rasgos característicos del Barroco: la interdependencia de las unidades del edificio en un todo coherente, dotado de unidad interior y exterior. La luz es un elemento importantísimo en la arquitectura barroca, al realzar la movilidad de los edificios y multiplicar los ángulos de perspectiva y el dinamismo de las formas; los arquitectos barrocos estudian cuidadosamente sus efectos en fachadas e interiores, y si complacen en crear efectos ópticos ilusionistas a base de luces indirectas que se proyectan en los interiores a través de claraboyas ocultas. La decoración se multiplica y se complica. Se inspira en elementos clásicos, tomados del Renacimiento, pero utilizados con más repetición y pomposidad. Los más utilizados son aquellos que reproducen elementos de la naturaleza. Se generaliza el llamado orden colosal o gigante que se inspira en algunos edificios del Bajo Imperio Romano y fue utilizado ya por los arquitectos manieristas; se caracteriza por el empleo de grandes columnas y pilastras que encuadran los elementos arquitectónicos de lasfachadas. Se tiende a hacer desaparecer las superficies lisas, que se enmascaran con nichos o elementos decorativos profusos. También se utilizan elementos arquitectónicos nuevos, sin apenas precedentes en el pasado, como las columnas en espiral o salomónicas y el estípite o soporte integrado por la superposición de elementos cúbicos y troncopiramidales, (el cubo y la pirámide invertida, símbolo de inestabilidad se unen y hace describir el arco mixtilíneo los trazados más inestables), muy acordes ambos con el gusto Barroco por el movimiento

2.2.- LA ESCULTURA En general posee un carácter naturalista; como la del Renacimiento. Pero se trata de un naturalismo totalmente distinto ya que aspira a reflejar la realidad tal como es, y no a través de su interpretación idealizada. La escultura barroca representa modelos inspirados en la vida cotidiana y estados anímicos variados, reflejados en toda su vibrante fugacidad. Gusta de los aspectos cambiantes de la vida y representa los rasgos individuales y aquellas actitudes que reflejan estados psicológicos desbordantes y conmovedores. En cuanto a la escultura religiosa, que constituye una de las facetas fundamentales de la escultura barroca, los escultores centran su atención de manera preferente en las manifestaciones del alma piadosa en toda su amplia gama, desde el dolor contraído del mártir a las conmociones del asceta o del místico, y en la plasmación viva y accesible a la intelección popular de los grandes misterios del Cristianismo. Las esculturas, durante el periodo barroco, adquieren una movilidad y un dinamismo proyectados hacia el exterior, los miembros de las figuras y los ropajes se desplazan hacia el afuera. Con frecuencia las figuras se agitan y sus miembros se contorsionan en actitudes extremas o dislocadas que sorprenden al espectador. La luz interviene activamente en la expresión de esta movilidad. Los ropajes de amplios pliegues, con entrantes y salientes muy acusados y contrastes de luz y sombra muy fuertes, esto tiene un carácter más pictórico ya que procura representar más la apariencia que la realidad misma de la forma. Todas estas características son especialmente aplicables a la imaginería (el arte de tallar imágenes religiosas) española del siglo XVII, que constituye, sin lugar a dudas, uno de los capítulos más originales y vigorosos en la historia del arte Barroco.
2.3.- LA PINTURA En el campo de la pintura, el Barroco trajo consigo innovaciones de primera magnitud en todos los aspectos. Se modifica profundamente, no sólo la temática y la actitud psicológica del pintor ante sus modelos, sino la forma misma de concebir la luz, el color y la distribución espacial. Muchas de estas transformaciones estaban ya en germen en la pintura del periodo anterior, concretamente en la etapa manierista del Renacimiento, pero es ahora cuando se desarrollan de forma coherente.
Al igual que la escultura, la pintura barroca es profundamente naturalista. Es en el campo de la pintura donde culmina el gusto por las representaciones de la realidad en todas sus facetas. Los pintores de este periodo se inspiraron constantemente en la realidad. Toda la gama de tipos humanos hasta llegar a los más vulgares, feos o deformes, atraen su atención. No vacilan en representar a personajes harapientos o lastimosos, o incluso contrahechos, en toda su crudeza.
La temática hagiográfica (vidas de los santos) adquiere un desarrollo extraordinario al igual que el retrato que adquiere también singular importancia y se enriquece de mil matices: el artista expresa el fondo psicológico de sus personajes en toda su variedad y riqueza sin idealizarlos, aunque, eso sí, revistiéndolos en muchos casos de soberbia elegancia. Se generaliza el retrato de cuerpo entero y se crea, de forma definitiva el retrato en grupo.
Pero donde el espíritu innovador de la pintura barroca encuentra su más acertada expresión es en el campo de la luz y del color. La pintura barroca elabora un nuevo concepto de la perspectiva, diferente de la lineal del Renacimiento. Culmina ahora la llamada perspectiva aérea, que intenta representar la atmósfera y la luz ambiental, difusa, que envuelve a los objetos, para así producir una impresión muy real de distancia.
El Barroco busca una sensación de profundidad homogénea. En la pintura barroca la luz de los objetos representados es relativa, y se desenvuelve en función del conjunto, creando así un sentido de unidad en las composiciones que no existía antes.
El Barroco aportó también innovaciones considerables en el campo de la composición y de la distribución espacial que implicaron una concepción totalmente distinta del cuadro. El artista barroco no concibe ya el espacio en función del cuadro ni distribuye las figuras en esquemas geométricos adaptados al lienzo, sino que concibe el espacio como ilimitado, es decir, sin estar distribuido en función de los límites de la tela. Heinrich Wölfflin ha definido esta innovación con el concepto de forma abierta o atectónica, frente a la forma cerrada característica del Renacimiento.
3.- MANIFESTACIÓN DEL BARROCO EN EL ARTE EUROPEO 3.1.- ITALIA
El estilo barroco nace en Italia y los nuevos mecenas de este arte son, principalmente, los Papas. Es por ello que el arte barroco en Italia mantenga unos esquemas clásicos donde prevalece la iconografía religiosa. Será Italia la que marque las pautas a seguir en el resto de Europa, con las obras y los artistas más significativos en este estilo, además de contar con la capital indiscutible del Barroco, Roma. 3.1.1. Arquitectura En Roma quedaba por concluir una obra grandiosa, de la que se encargará Carlos Maderna, añadiendo un cuerpo a los pies del esquema cruciforme renacentista, obra suya será también la fachada, baja, para no ocultar la cúpula, manteniendo el esquema dado por Miguel Ángel. De la decoración interior se encargó Bernini, realizando el Baldaquino con columnas salomónicas, fustes helicoidales, etc… elementos propios de un nuevo lenguaje artístico. Suya también es la Plaza que precede a la basílica vaticana, de la que hablaremos al final del tema.
Otras obras de interés y otros autores fueron Francesco Borromini cuya primera gran obra independiente fue San Carlos de las Cuatro Fuentes, se caracteriza por tener una planta de perfil ondulado en la que se funden una cruz y una elipse
Pietro de Cortona además de un excelente arquitecto, autor de la Iglesia de los Santos Lucas y Martina, junto al Foro Romano, se trata de una iglesia de planta en forma de cruz griega y un alzado muy esbelto, cuya fachada se curva hacia fuera. Sin embargo, a finales del siglo XVII, Roma pierde su papel director a favor del norte de Italia, cuya capitalidad se establecerá en Turín. Allí destacará la figura de Guarino Guarini, autor de la Capilla del Santo Sudario y la bóveda de San Lorenzo. Asimismo también destaca Filipo Juvara, arquitecto del rey Victorio Amadeo II de Saboya, especializado en la realización de grandes palacios como el Palacio Stupinigi en Turín.
3.1.2. Escultura 
A la hora de hablar de la escultura barroca en Italia, es un referente la figura de Gian Lorenzo Bernini, que marca toda una época. Sus características son movimiento exaltado de las figuras, búsqueda de las calidades en las texturas hasta un punto nunca antes aceptado en la escultura y, sobre todo, un profundo naturalismo. Ejemplo de estas características son la escultura de Apolo y Dafne y el Éxtasis de Santa Teresa.
3.2.- FRANCIA
 El barroco francés se caracteriza por ser de corte clasicista, con un gran sentido de la medida, aunque no por ello exento de monumentalidad, grandeza y nobleza. En general hablamos de una arquitectura más fría que la italiana, sin dar rienda suelta a la expresividad, la construcción será mucho más racional, donde aún predominan las líneas rectas frente a las curvas que prevalecen en otros países. La influencia italiana se hará patente pero en la claridad compositiva. Entre los arquitectos más importantes hay que destacar a François Mansart que dispone un pórtico central columnado con frontón triangular en el Castillo de Blois, al igual que en la iglesia de Val-de-Grâce. 
Otro de los arquitectos más importantes es Claude Perrault que levanta el inacabado Palacio del Louvre, siguiendo una estética clasicista. Pero sin lugar a dudas la figura más destacada fue Ardouin Mansart, autor de la Iglesia de los Inválidos de París, con una planta centralizada al más puro estilo renacentista, cruz griega inscrita en un cuadrado. Posee un acentuado predominio de la verticalidad coronada por una cúpula de doble tambor. Mansart también trabajaría en el Palacio de Versalles.
El barroco francés donde más innovaciones presenta es en el aspecto decorativo de los interiores, los muros se recubren de telas, maderas, tapices, mármoles, dando lugar al estilo decorativo, el más original de estos estilos es el “estilo Luis XV” llamado Rococó.

3.3.- INGLATERRA 
El fuerte arraigo del gótico en tierras británicas retrasó la llegada del barroco a la isla, de manera que durante el siglo XVII se realizan trabajos siguiendo la estética palladiana. Sin alejarnos de esta línea encontramos el trabajo de Sir Christopher Wren, la obra más destacada del barroco británico, la Catedral de San Pablo, coronada por una cúpula flanqueada por dos torres con templetes de remate, la fachada es de inspiración francesa. Otras de sus obras fueron la biblioteca del Trinity College, el Hospital de Greenwich y Kensington Palace.
4.- EL BARROCO EN ESPAÑA
 Durante el siglo XVII España vivirá una situación de crisis que repercute negativamente en el arte, la primera víctima será la arquitectura, dado que la construcción de edificios se verá ralentizada, y fundamentalmente se construirán obras modestas, de poca envergadura y de materiales pobres. Las nuevas aportaciones serán escasas manteniendo la severidad del estilo herreriano. La figura más destacada será Juan Gomez de Mora, arquitecto de la Iglesia Convento de la Encarnación y de la Plaza Mayor de Madrid.
En Madrid también trabajó Francisco Bautista, quien introdujo algunas notas barrocas en los ricos capiteles, órdenes colosales, retranqueo en los cuerpos de sus torres, una de sus obras es la Iglesia de San Isidro en Madrid. Fuera de Madrid encontramos otros arquitectos que utilizan elementos propios del barroco dentro de la tendencia española así encontramos a Ponce de Urrana en Valencia, que realizó la Iglesia de los Desamparados de planta oval y cubierta con una cúpula también oval, envuelta al exterior en un cuadrado.
En Andalucía se generaliza un tipo de templo muy básico de nave única, alta y estrecha, destaca Juan de Oviedo con la Iglesia de la Merced. Ya en el siglo XVIII la situación económica permite cierta recuperación y la recuperación de la arquitectura y será en Andalucía y más propiamente dicho en Sevilla donde se haga un mayor esfuerzo constructivo fundamentalmente con dos arquitectos, Leonardo Figueroa y Francisco Hurtado, entre sus obras destacan la Fachada del Hospital de Venerables, de línea clásica, la Iglesia de San Luis de los Franceses, que emplea columnas salomónicas y por último el Colegio de San Telmo, una de las fachadas barrocas más importantes de España.
En cuanto a la escultura barroca, es en España una de las manifestaciones más importantes del arte, las características más comunes son el dinamismo, la utilización de escorzos, el dominio de la diagonal, la apertura de líneas, abundancia de pliegues y preocupación por la luz entre otras, sin embargo, hay elementos personales como la búsqueda extremada de la expresividad en los rostros. El material más empleado es la madera policromada, mientras que el resto de Europa prefiere el mármol. En cuanto a la temática será casi exclusivamente religiosa, decoración de altares, sillerías, retablos, etc. sin olvidarnos de la proliferación de los pasos procesionales.
En cuanto a la escultura barroca no podemos dejar de nombrar Valladolid y por supuesto a Gregorio Fernández, un hombre de profunda religiosidad que plasmará en sus obras, un ejemplo es el Cristo Yacente de los Capuchinos del Pardo, utilizando características trágicas, centrando la atención en la cabeza, con mechones de pelo como mojado y la boca y los ojos entreabiertos. En la escuela andaluza destaca Martínez Montañés, escultor elegante y equilibrado el ejemplo de esta elegancia y equilibrio lo encontramos en el Cristo de la Clemencia, se trata de un Cristo crucificado y vivo, con un rostro sereno, sin sangre, sin huellas de tortura.
Las características más reseñables de la pintura barroca en España son el creciente aumento del naturalismo en las representaciones, carácter realista de las mismas. Los temas mitológicos son rechazados por los artistas, y en general todo aquello que forme parte del mundo de la imaginación. Serán los temas religiosos los que copen la mayor parte de los encargos, ya que eran realizados por la iglesia. Las composiciones suelen ser sencillas y serenas, quedando, en algunos casos, sacrificado el ritmo barroco, siempre en busca de la realidad. Existe una ausencia total de frescos y se realizan estudios muy en profundidad de los matices que aporta la luz.
La influencia del tenebrismo (Caravaggio) llega pronto a España y casi todos los artistas se harán eco de ella. Así pues se puede concluir de manera generalizada que la pintura barroca en España del siglo XVII, aúna los elementos de siempre del arte español, el fuerte realismo, el profundo sentimiento religioso, con otros importados de Europa. Sin embargo, dentro de la pintura barroca en España habría que hacer una división entre la primera mitad y la segunda mitad del siglo XVII.
En la primera mitad hay que destacar que las formas predominantes son las del naturalismo tenebrista de influencia italiana. Mientras que en la segunda mitad del siglo XVII, la difusión de los modelos flamencos y el nuevo sentido, más triunfal, colorista y opulento, que difunde la Iglesia, cambia por completo el tono de la pintura española, que de realista y tenebrista pasa al colorismo luminoso y al optimismo teatral del pleno barroco. En este sentido encontramos algunos autores de reconocido prestigio en la primera mitad del siglo, entre ellos cabe destacar Bartolomé y Vicente Carducho, ambos florentinos establecidos en España, en Vicente destaca obras muy bien compuestas y con un hábil sentido narrativo, destacan en él los lienzos pintados para el Convento Cartujo del Paular.
Francisco Ribalta establece un nuevo estilo de tono contrarreformista, colorista y realista aunque en sus últimos años realiza obras que son enteramente tenebristas. José de Ribera se caracteriza por su personal interpretación del naturalismo exagerando los elementos de la crispación y dureza, pero a la vez, y en su madurez introduce elementos coloristas, dinámicos y sensuales en sus composiciones. Las calidades de las telas y la piel las consigue utilizando una técnica espesa. Un ejemplo de su obra es la Inmaculada de Monterrey en Salamanca, obra de 1635.
Por su condición de pintor de los virreyes es uno de los pocos autores que trata temas mitológicos en España, un ejemplo es la obra Sileno borracho. En Andalucía destacan Zurbarán, Cano y Velazquez, aunque este último pasó buena parte de su vida en Madrid.
Zurbarán se caracteriza por representar con mucha sencillez el apasionamiento fervoroso y la cotidianeidad. Su estilo se mueve dentro del tenebrismo, utilizando contrastes de luz y sombra muy marcados. Entre sus obras más importantes está San Hugo en el refectorio de los Cartujos (Sevilla).
Alonso Cano es el más clásico de los pintores del barroco español, huye del realismo y se complace en lo delicado, lo bello, lo gracioso. Su obra maestra es La vida de la Virgen de la Catedral de Granada.
Velazquez es el más importante de los pintores españoles entre sus obras podemos contar El aguador de Sevilla (1620), La fragua de Vulcano (1630), La rendición de Breda (1635) o Las Meninas (1656) entre otras.
Los artistas más destacados durante la segunda mitad del siglo XVII son Antonio de Pereda bodegonista con un extraordinario dominio de la técnica y maestría en la representación de las calidades de las cosas, entre sus obras más importantes destaca El sueño del caballero (1650). Bartolomé Esteban Murillo es uno de los artistas más populares de España, es el pintor de la delicadeza y la gracia femenina e infantil, es por excelencia el intérprete de las Inmaculadas ydel Niño Jesús. Entre sus obras destacan La Inmaculada Concepción (Museo del Prado), La adoración de los Pastores (Museo del Prado).
Juan Valdés Leal es todo lo contrario a Murillo, se caracteriza por desechar la belleza e interesarse únicamente por la expresión, se caracteriza por los temas tétricos plasmados con gran maestría en los diferentes lienzos de las Postrimerías del Hospital de La Caridad en Sevilla, influenciados por Juan de Mañara, autor del Discurso de la Verdad.

5.- CONCLUSIÓN En el desarrollo del arte barroco influye de manera decisiva la Iglesia de la Contrarreforma, en la que la Iglesia Católica renuncia a las naciones protestantes, esta situación exige que la Iglesia Católica se vea en la necesidad de hacer una campaña “propagandística” que la lleva a convertirse en el mejor cliente del arte y los papas en los principales mecenas. La principal riqueza de este estilo artístico radica en la poca homogeneidad que encontramos en él, así hemos podido ver como el barroco francés, clasicista, poco tiene que ver con el italiano e incluso con el británico. Lo mismo ocurre con la escultura y con la pintura, especialmente la española, que como hemos visto depende del artista el mayor o menor grado de utilización de las técnicas propias del barroco. Desde un punto de vista didáctico, el currículo de la materia de Ciencias Sociales de 2º de ESO, establece como contenido a impartir en este nivel, la Europa de la Contrarreforma y es en esta unidad en la que se trabajan las características, de manera muy general, del arte Barroco en Europa. Sin embargo, será en la materia de Historia del Arte de 2º de Bachillerato, en la que se trabajen con mayor grado de profundidad y desarrollando las pautas para la realización de comentarios de obras de arte, el tema del Barroco en todos sus aspectos.